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domingo, marzo 04, 2012

COHERENCIA Y COHESIÓN (Micro, Macro y Súper Estructura)

COHERENCIA Y COHESIÓN (Micro, Macro y Súper Estructura)

Un texto tiene dos propiedades fundamentales y básicas: coherencia y cohesión.

La coherencia se relaciona con el sentido del texto; implica una propiedad semántica que se realiza completamente cuando ese texto es percibido como coherente.

La cohesión, garantiza que el sentido del texto aparezca en oraciones conectadas y relacionadas que se hacen visibles en la linealidad mediante un conjunto de índices, como los pronombres, los anafóricos y catafóricos, los marcadores de tiempo y modo, el orden de las palabras.

Si volvemos a la figura del cubo, se relacionan con la coherencia las dimensiones semántica y pragmática, los niveles macro, micro y superestructural del texto, mientras que se relacionan con la cohesión, las dimensiones sintáctica, morfológica y notacional y los niveles estilístico y retórico.
Teun van Dijk considera a la coherencia como la propiedad estructurante de los textos que opera en dos niveles: uno, superficial que comprende las relaciones lineales entre proposiciones y que corresponde a las relaciones de cohesión o coherencia local; otro, más profundo, global, en el que las proposiciones aparecen relacionadas por un tema común o macroestructura.

Este nivel profundo y abstracto, no visible, que se ubica en un plano semántico, contiene el tema global del texto o macrotema. La macroestructura se hace visible o podríamos decir que se evidencia en lo que reconocemos como las oraciones principales o temáticas de los textos y también por palabras o grupos de palabras que manifiestan las relaciones entre las ideas, funcionan para cohesionar el escrito y podemos reconocer en el texto como conectores.

La macroestuctura se organiza en una especie de esquemas predeterminados, que van Dijk denomina superestructuras y constituyen ordenamientos que sirven para asignar formato global a los textos.

Además, un discurso se usa en contextos de comunicación e interacción sociales, y tienen por consiguiente, funciones específicas en tales contextos.
Para entender esas funciones hay que tener en mente una propiedad muy fundamental de las emisiones: se usan para realizar acciones. La clase específica de acción que realizamos cuando producimos una emisión se llama acto de habla o acto ilocutivo.
Así como los discursos ocurren en sus contextos, nunca aisladamente, casi siempre los actos de habla se presentan en la interacción comunicativa como una secuencia conectada de actos de habla.


En síntesis: tanto desde la producción como desde la comprensión, la coherencia global se integra mediante macroestructura, superestructura, actos de habla y contexto.

Con respecto a las macroestructuras, el término técnico macroestructura da cuenta del contenido global de un discurso; el término microestructura denota la estructura local de un discurso, es decir la estructura de las oraciones y las relaciones de cohesión y de coherencia entre ellas. Ahora bien, diremos que un discurso es coherente sólo si es también coherente en un nivel más global y que esta coherencia se da en cuanto se pueda asignarle un tema o asunto al discurso.

En otras palabras, sólo si nos es posible construir una macroestructura para un discurso puede decirse que ese discurso es coherente globalmente. Debemos respetar el principio semántico básico según el cual el significado del todo debe especificarse en términos de los significados de las partes. Así, si queremos especificar el sentido global de un discurso, tal sentido debe derivarse de los sentidos de las oraciones del discurso, esto es, de la secuencia proposicional que subyace en el discurso.
Las macroestructuras son proposiciones y por lo tanto es necesario tener reglas para la proyección semántica que vinculen las proposiciones de las microestructuras textuales con las macroestructuras textuales. Tales reglas se llamarán macrorreglas porque producen macroestructuras textuales. Su función es la de transformar la información semántica. De alguna manera tienen que reducir la información semántica : reducen una secuencia de varias proposiciones a unas pocas o, incluso, a una sola. Esta clase de reducción de información es necesaria para poder comprender, almacenar y reproducir discursos. También es característica de las macrorreglas su naturaleza organizadora.

Van Dijk establece las macrorreglas de Comprensión y de producción. Daniel Cassany hizo un cuadro sintetizador de ambas.

Otro de los factores de coherencia es la superestructura. Denominamos superestructuras a las estructuras globales que caracterizan el tipo de un texto. Para decirlo metafóricamente: una superestructura es un tipo de forma de texto, cuyo objeto, el tema, es decir la macroestructura, es el contenido del texto. Se debe comunicar, pues, el mismo suceso en diferentes formas textuales según el contexto comunicativo.

Las superestructuras y las macroestructuras semánticas tienen una propiedad común: no se definen con relación a oraciones o secuencias aisladas de un texto, sino para el texto en su conjunto o para determinados fragmentos de éste. Esta es la razón por la que hablamos de estructuras globales, a diferencia de estructuras locales o microestructuras en el nivel de las oraciones.
Las superestructuras no sólo permiten reconocer otra estructura más, especial y global, sino que a la vez determinan el orden (la coordinación) global de las partes del texto. La propia superestructura debe componerse de determinadas unidades de una categoría determinada que están vinculadas con esas partes del texto previamente ordenadas. Es decir que la superestructura es una especie de esquema al que el texto se adapta.

Las superestructuras existen independientemente del contenido y no se describen con la ayuda de una gramática lingüística. Una persona puede hablar y entender su lengua, sin que por ello tenga que estar capacitada para narrar. Por otro lado, tampoco es muy útil para un hablante conocer las reglas de la gramática sin saber reproducir los sucesos cotidianos con una narración correcta o sin poder comprender lo que otros cuentan.

Es decir que también hay que dominar las reglas en las que se basan las superestructuras y estas reglas pertenecen a nuestra capacidad lingüística y comunicativa. Una serie de tipos de superestructuras posee un carácter convencional, es decir que la mayoría de los hablantes de la comunidad lingüística las conocer o reconoce.

Una superestructura es un tipo de esquema abstracto que establece el orden global de un texto y que se compone de una serie de categorías, cuyas posibilidades de combinación se basan en reglas convencionales. Esto implica formular una serie de categorías para las diferentes superestructuras y una serie de reglas mediante las cuales puedan combinarse las categorías entre sí.
Las mismas superestructuras, los mismos esquemas pueden manifestarse en diferentes sistemas semióticos. Una estructura de relato se puede expresar tanto a través de un texto como a través de dibujos o de películas. Es decir que aquí se mantiene la típica estructura de relato –que podemos denominar estructura narrativa para evitar confusiones con el relato narrado (el texto)- en los diferentes mensajes de los sistemas semióticos. Dado que un sistema de categorías y reglas narrativas típicas que define la estructura narrativa no puede manifestarse directamente, sino que necesita de otro sistema, de una lengua, podemos llamar secundarios a estos sistemas.

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