Cerro Matoso, la mina de la discordia
CONTRATOLa prórroga del contrato para
la explotación de la mina de níquel explotada por BHP Billiton en Córdoba
encendió una gran polémica en Colombia. Sin embargo, la solución no es ni tan
blanca ni tan negra.
Sábado 18
Agosto 2012
Nada despierta más el nacionalismo y la
indignación de la gente que los temas relacionados con la explotación de los
recursos naturales por parte de las multinacionales. Por eso no sorprende el
gran debate nacional que ha provocado la noticia sobre la prórroga del contrato
para la explotación de níquel en Cerro Matoso, a cargo de la compañía
anglo-australiana BHP Billiton. Desde hace varios meses, la operación de esta
mina, la cuarta más grande del mundo en níquel, viene generando polémica en el
país pues algunos analistas consideran que Colombia está recibiendo menos
regalías de las que debería. La baja retribución social que hace la
multinacional en la zona de explotación ha sido otro motivo de controversia y
los daños ambientales se han sumado al debate.
Sin embargo, lo que ha caldeado más los ánimos es la revelación de una cláusula contenida en el contrato suscrito hace 16 años entre el gobierno colombiano y la minera anglo-australiana. Dicha cláusula tenía una presentación semioculta que permitía la prórroga automática de la concesión de Cerro Matoso hasta 2029. El propósito de esa cláusula era la adjudicación de una nueva zona de explotación para la multinacional. En esta hasta ahora no se ha encontrado prácticamente nada. No obstante, en el texto se incluyó la expresión "se incorpora" para que la fecha de expiración de un nuevo contrato se aplicara también al viejo cuya vigencia originalmente solo llegaba hasta el 30 de septiembre de este año.
El debate llegó al Congreso después de la advertencia que hizo la Contraloría General sobre los riesgos de extender el contrato. Como era de esperarse no hubo parlamentario que no levantara su voz de protesta contra ese 'mico' que atenta no solo contra el patrimonio sino contra el patriotismo y el orgullo nacional, por estos días henchido por el desempeño de los atletas en los Olímpicos de Londres. Desde el Polo Democrático hasta el Partido Conservador se oyeron voces para pedir decretar la caducidad del contrato.
Los legisladores alegan que es
inconveniente para los intereses del país y que Colombia saldrá tumbada con la
prórroga, además, de que protestan por el bajo compromiso social BHP Billiton
con Montelíbano, región en el departamento de Córdoba. La realidad de este
asunto es bastante más compleja. Independientemente de las legítimas y
preocupantes denuncias por el impacto ambiental y el inconformismo por el
aporte social de la minera, hay que decir que el contrato suscrito es válido y
que Colombia es un país que respeta el orden legal, donde no se dan golpes de
mano como en la Venezuela del presidente Hugo Chávez.
Durante los 16 años que lleva el contrato nadie lo ha demandado y es difícil ahora para el gobierno del presidente Santos sacar de la manga un argumento que sustente un acto arbitrario para incumplirlo. Obviamente el país no está en condiciones de asumir el manejo de la mina. Sería absurdo -como han planteado algunos- pensar que ISA o Ecopetrol pudieran operarla. Por eso la estrategia del gobierno, en medio del ambiente tan caldeado, no es amenazar sino buscar una salida con cabeza fría de tal manera que se respete el orden jurídico pero que también se mejoren las condiciones para el país. La semana pasada el ministro de Minas y Energía, Mauricio Cárdenas Santamaría, en un debate en el Congreso, fue enérgico con la compañía por las poca inversión social que ha hecho. Cárdenas denominó como una "burla para el pueblo cordobés" la propuesta de compensación ambiental y social de la multinacional para con el municipio de Montelíbano. Según el ministro mientras la empresa gana en billones de pesos, retribuye a la sociedad solo en millones.
De esta forma el gobierno busca presionar a la compañía para que no haya un desequilibrio tan grande entre los beneficios que obtiene y lo que recibe el país. Mientras ofrece inversiones sociales por 1,5 millones de dólares al año, las ventas de la mina ascienden a 800 millones de dólares. Durante las últimas tres décadas la mina ha registrado ventas por 21 billones de pesos y le ha pagado a la Nación solo 1,5 billones en regalías. En la búsqueda de una compensación más justa, el gobierno no pretende renegociar el contrato a la brava, sino acudir a una figura similar a un otrosí, pero de común acuerdo. De esta manera se espera que aumente el porcentaje de regalías que actualmente está en el 12 por ciento. El gobierno también pretende que BHP Billiton haga mayores inversiones para que incremente la producción de níquel que ha venido descendiendo.
Es muy probable que las pretensiones del gobierno se puedan cumplir. En el fondo no se trata de un capricho arbitrario, sino de la expresión de un sentimiento nacional que se ha reflejado con mucha agresividad en el Congreso. La multinacional se tiene que dar cuenta de que aunque su derecho jurídico está garantizado, no le conviene operar en el país en medio de un ambiente de inconformismo, malestar y hasta de escándalo. Así como este problema no se puede arreglar a las malas, sí se puede enderezar por las buenas. La solución de este impasse no está solo en manos del gobierno, sino también de BHP Billiton, la minera dueña de Cerro Matoso.
Cerro Matoso: mina rica, pueblo pobre
REPORTAJE
En tres
décadas de explotación de la mina de níquel Cerro Matoso se han hecho ventas
por 11.000 millones de dólares. Con tan fabulosa fortuna, ¿por qué los pueblos
que la rodean siguen en la miseria y sus habitantes se quejan de extrañas
enfermedades?
Sábado 4
Agosto 2012
Es una paradoja. La Unión Matoso, el pueblo
más miserable de Colombia, está a los pies de Cerro Matoso, la mina de níquel a
cielo abierto más grande del continente y la cuarta en el mundo. Desde este
pueblo cordobés se observan las volquetas que arrojan en la ladera toneladas de
escoria, el polvo sobrante del proceso de purificación del ferroníquel. Lo
derraman en lo que hace tres décadas era una montaña verde, en la que Luis
Simón Márquez Flórez, 51 años de edad, cazaba animales, cultivaba y se bañaba
en aguas diáfanas. "¿Quién iba a imaginarse que había más riqueza en las
entrañas de la montaña?", dice. En 1963, él vio los inicios de la exploración
y 19 años después empezó a observar la explotación de la mina que en este
tiempo ha pasado por diversos dueños. Hoy es propiedad de BHP Billiton, la
compañía minera más grande del planeta. En este tiempo, según datos
suministrados por la empresa, Cerro Matoso ha exportado 910.000 toneladas de
níquel, que en ingresos brutos equivalen a 20,9 billones de pesos (11.000
millones de dólares). A Márquez Flórez no le caben en la cabeza estas fabulosas
cifras y desconoce que la planta produce 50.000 toneladas anuales de
ferroníquel que se exporta a las principales metrópolis del mundo. Lo que sí
sabe es trabajar la caña flecha, cultivo silvestre y materia prima para hacer
el sombrero vueltiao, como los que llevaban los deportistas colombianos en la
ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos. A eso se dedican los 520
habitantes de aquí. "Es un trabajo doloroso por causa de la escoria que
arrojan de la mina", dice. Según sus testimonios, el viento lleva el
polvillo hasta ellos. Penetra en sus pulmones, en sus ojos, en su piel. Se posa
sobre sus techos y escurre con la lluvia a las canaletas y a los tanques de
agua de consumo. La compañía, por su parte, niega que emita escoria y destaca
que "en sus 30 años de operaciones, no ha recibido nunca una sanción por
incumplir la legislación ambiental colombiana".
Dayro Romero, concejal de San José de Uré, habitante de La Unión Matoso, dice que hace poco hablaron con el presidente de la empresa, Ricardo Escobar, el primer colombiano en 30 años en dirigirla, y le dijeron que tenían que responder por el alto grado de contaminación por la escoria que está cayendo en su pueblo y por el grave impacto ambiental de la región. Escobar, según ellos, tomó nota de la situación y prometió averiguar si había irregularidades.
Los pobladores dicen que aguantan el dolor con estoicismo. Aquí no hay un puesto de salud, ni alcantarillado, ni siquiera agua pura para lavar las heridas. Carecen de cualquier servicio público. "La mayoría de mis 120 alumnos viven a diario con rasquiñas y gripas interminables", dice Eleidis Romero, la profesora de la escuela San Luis. Un estudio de la Universidad de Antioquia, que ha hecho exámenes médicos, dirigido al director de relaciones laborales de la empresa, dice: "Es importante observar que las mediciones ambientales realizadas presentan un nivel superior al permisible".
Dayro Romero, concejal de San José de Uré, habitante de La Unión Matoso, dice que hace poco hablaron con el presidente de la empresa, Ricardo Escobar, el primer colombiano en 30 años en dirigirla, y le dijeron que tenían que responder por el alto grado de contaminación por la escoria que está cayendo en su pueblo y por el grave impacto ambiental de la región. Escobar, según ellos, tomó nota de la situación y prometió averiguar si había irregularidades.
Los pobladores dicen que aguantan el dolor con estoicismo. Aquí no hay un puesto de salud, ni alcantarillado, ni siquiera agua pura para lavar las heridas. Carecen de cualquier servicio público. "La mayoría de mis 120 alumnos viven a diario con rasquiñas y gripas interminables", dice Eleidis Romero, la profesora de la escuela San Luis. Un estudio de la Universidad de Antioquia, que ha hecho exámenes médicos, dirigido al director de relaciones laborales de la empresa, dice: "Es importante observar que las mediciones ambientales realizadas presentan un nivel superior al permisible".
Márquez Flórez se muestra cansado. No así
los niños semidesnudos, con evidentes signos de desnutrición, que caminan por
las seis vías sin pavimentar. En lugar de asfalto están cubiertas de saprolita,
un material también de desecho de la mina con alta cantidad de níquel, duro y
filudo. Es extraño el niño que no se vea cortado por andar por las calles. A
pesar de esto, sonríen. Nunca han visto otra realidad. Parecen vivir en la Edad
Media aunque al frente tienen una industria con alta tecnología y unas instalaciones
que consumen tanta energía eléctrica como toda Barranquilla.
La Unión Matoso y la mina de Cerro Matoso
están a 90 minutos de Montelíbano. Los une una carretera que atraviesa paisajes
de espléndidas sabanas, salpicadas por colinas en donde pasta el ganado a la
sombra de los árboles. Abundan las variedades, cebús y búfalos bien
alimentados. Sin embargo, en el casco urbano de este municipio de 85.000
habitantes se acaba el paisaje de postal: entre la maleza y los olores fétidos
se ven inconclusas la plaza de mercado y el matadero municipal. El alumbrado
público es deficiente, no hay alcantarillado y el agua no es potable. La
versión que pasa de boca en boca es que la plata de la mina se extravió en la
maraña de corrupción local y regional. La compañía muestra sus libros contables
en los que dice que ha girado durante los 30 años de operaciones al Estado
colombiano 1,5 billones de pesos por concepto de regalías.
¿Cómo se esfumó tan astronómica cifra? ¿Qué
político responde? Nadie. Un caso que simboliza esta respuesta es el del
liberal Moisés Náder Restrepo, elegido en cinco ocasiones alcalde de
Montelíbano. En estos periodos acumuló 64 investigaciones de la Procuraduría
por derrochar las regalías pero nunca fue sancionado. "Más vale malo
conocido que bueno por conocer", dice un estudioso de la política local
para explicar por qué la gente insiste en reelegirlo, "Saben que él ha
sido perverso pero los demás han sido peores", concluye. El municipio ha
sufrido el azote de los narcos y los paras. Hoy el fantasma de las bacrim
gravita en toda la región.
Enfermos por el trabajo
Aunque la plaza de mercado y el matadero parecen reliquias detenidas en el tiempo, algunos pobladores tienen preocupaciones más urgentes. A Julio Enrique Acosta Arcia, de 53 años, según consta en su registro médico, le encontraron diez elementos tóxicos en su cuerpo tras haber trabajado en la mina durante 23 años. Le han hecho 14 cirugías, le descubrieron un cáncer y hoy está en una silla de ruedas. Cree que la empresa ha mejorado en seguridad industrial, pero a él, que fue uno de los pioneros, le tocó una época en que esta era "bastante rudimentaria".
Acosta lidera a 80 exempleados que, según la acción de grupo que hoy hace trámite en un juzgado de Montería, fueron retirados de la empresa por enfermedades respiratorias, problemas motrices, erupciones cutáneas y accidentes de trabajo. Federman de la Ossa, de 64 años, ingresó en 1971 y se retiró en 2000 con diagnóstico de enfermedad pulmonar. Vive en El Varal, Pueblo Nuevo, y permanece en una hamaca, junto a siete medicamentos que debe consumir las 24 horas. SEMANA hizo un recorrido por la zona y encontró otros casos dramáticos. En Pica Pica, a 40 minutos de Planeta Rica, vive Alfaro Osorio, de 55 años, con enfermedad pulmonar crónica. En Montería, Emilio Soto, quien ingresó a Cerro Matoso en 1980 y se retiró en 2007 cuando le diagnosticaron una dermatitis de contacto crónica. Su cuerpo era una llaga purulenta que producía repugnancia en sus compañeros de trabajo, quienes se lavaban las manos después de saludarlo, decían que estaba podrido, creían que tenía sida.
Según sus testimonios, adquirieron estas enfermedades por inhalar gases, por manipular reactivos, por trabajar en los hornos en la refinería y por entrar en contacto con el material particulado que emite la planta en los procesos metalúrgicos del ferroníquel. La empresa tiene una versión muy distinta. "En los 30 años de operación, 39 personas han presentado enfermedades calificadas como profesionales. De estas, 29 casos corresponden a algún grado de pérdida auditiva".
¡Peligro! ¡Peligro!
El níquel, dice la hoja de advertencia que
va adherida a los costales de exportación, "es un material peligroso,
puede producir cáncer, reacciones alérgicas cutáneas, es dañino para los
pulmones tras exposición repetida o duradera; no inhalar polvo ni humo".
Lo advierte Cerro Matoso a sus clientes. Sin embargo, los mineros viejos dicen:
"A nosotros nunca nos lo dijeron". En la década de los ochenta no
había una preocupación por el tema de salud ocupacional, a pesar de que la
International Agency for Research on Cancer (IARC), clasifica al níquel y sus
compuestos en el grupo A1 de agentes cancerígenos. El pasado martes 24 de julio
murió de cáncer Hildebrando Turizo, tenía 60 años, se lo habían diagnosticado
hace diez años, fue operador de refinería y de la planta de recuperación.
Cuando los periodistas de SEMANA lo visitaron en la clínica IMAT de Montería,
el 13 de julio, contó que a él nunca le dijeron que "el níquel podía
producir cáncer. El agua de consumo en la planta -aseguró- contenía minerales
como hierro, cobalto, níquel, saprolita verde y café y azufre. La extraían de
los yacimientos del cerro".
A la mayoría de los exempleados el trato que han recibido de los directivos de Cerro Matoso los ha desconcertado. Los extrabajadores consultados por SEMANA coinciden en afirmar que los médicos que les hacen los exámenes siempre hablan bajito, y las clínicas y laboratorios donde se los practican nunca les entregan los resultados sino que los envían a salud ocupacional de la empresa porque son "exámenes privados". Pero si la empresa, como consideran los exempleados, ha sido indolente ante las enfermedades, la aseguradora del régimen de pensiones, a pesar de las evidencias, no ha aceptado que las enfermedades han sido contraídas en las labores que desempeñan. Por eso quedan sin trabajo y sin pensión. "Nosotros ignorábamos lo nocivos y venenosos que eran los materiales a los que estábamos expuestos. Yo entré caminando a Matoso y salí inválido", dice Acosta.
En este mes de septiembre se vence el plazo de la concesión a la compañía que explota la mina. BHP Billinton aspira a renovar el contrato por 30 años. El presidente Juan Manuel Santos, quien trabaja en impulsar la economía con lo que llama "la locomotora de la minería", tomará la decisión. El mandatario ha dicho en varios ocasiones que debe "haber absoluta igualdad entre lo que se extrae y lo que se reinvierte en la gente". Además, ha precisado que cualquier explotación debe hacerse con sostenibilidad y respeto hacia el medio ambiente. El ministro de Minas, Mauricio Cárdenas, valida esta premisa: "No vamos a permitir explotación que no beneficie a las comunidades de los municipios en donde están las minas". Gabriel Alberto Calle Demoya, el actual alcalde de Montelíbano, espera que en Cerromatoso no se siga ratificando ese presagio que dice: "Pueblo de mina, pueblo de ruina".
BHP Billiton
contra Colombia
Jorge Enrique
Robledo, Bogotá, 17 de agosto de 2012.
Según los contratos 866 y 1727
de 1963 y 1971, el 30 de septiembre de 2012 debe ser un día de fiesta en
Colombia. Porque desde esa fecha, y por 30 ó muchos años más, el país va a
quedarse con otros 204 mil millones de pesos al año por el níquel del departamento
de Córdoba, además de los impuestos y regalías que paga Cerro Matoso S.A., de
propiedad de BHP Billiton. El cálculo de esos nuevos e importantes ingresos
para el país, o incluso más, sale de que revierten a la Nación la mina y los
equipos con los que la trasnacional se ganó esa suma en 2011.
Pero esa fecha también puede
convertirse en día aciago para Colombia, si el presidente Santos, a través del
ministro de Minas, insiste en someterse a Billiton –que también explota nuestro
carbón en El Cerrejón–, la cual pretende que se apliquen, no los contratos
citados, sino el 051 de 1996, cuya ilegalidad y carácter leonino son tan
manifiestos que motivaron un duro control de advertencia de la Contraloría
General de la República y el rechazo de no pocos analistas y el de todos los
congresistas que opinamos al respecto en el debate en la Comisión Quinta del
Senado (http://bit.ly/No5kWk).
Por el contrato 051, los bienes
de Billiton en Cerro Matoso sí pasan al poder de la nación colombiana al
finalizar septiembre, pero en ese mismo instante el gobierno tiene que
arrendárselos a la trasnacional, que seguirá explotándolos hasta 2029 o 2044,
porque la maniobra también prorrogó el 866 y el 1727, a pesar de prohibirlo el
Código de Minas de esos días. Como si fuera poco, el 051 estableció que los
activos que revertirán –1.4 billones de pesos– hay que alquilárselos a Billiton
por el 1.25 por ciento ¡anual! de las utilidades de la empresa ¡luego de
impuestos! (http://bit.ly/PszBnI),
porcentaje que sobre 204 mil millones de pesos de utilidades equivale al ínfimo
0.18 por ciento del valor de los activos. En plata, por un arriendo de 2.500
millones de pesos al año, la Nación le entregaría a la trasnacional bienes que
dan ganancias por 204 mil millones anuales. El negocito equivale a alquilar por
213 mil pesos mensuales un apartamento que cuesta 1.400 millones. Si esto no es
una defraudación del patrimonio público, ¿qué es?
El 051 fue un acto doloso
calculado para ocultar y justificar las prórrogas ilegales de los contratos 866
y 1727 y apropiarse por migajas de un gran negocio. Porque estos dos contratos
responden por el 96 por ciento de las reservas de níquel y el 100 por ciento de
la producción, mientras que el área del 051, tras 16 años, ni siquiera se
explota, lo que muestra que su única función ha sido la de servirle a Cerro
Matoso Billiton para modificar ilegalmente los contratos donde está el negocio
de verdad. Que la trasnacional se justifique diciendo que esto es fruto de la
privatización, porque Colombia era dueña del 48 por ciento de Cerro Matoso,
solo confirma algo sabido: la historia de las privatizaciones es la de los
timos contra el patrimonio nacional. BHP Billiton tuvo billones de razones para
armar las cosas así. ¿Y los funcionarios colombianos que le ayudaron? Caben dos
posibilidades: bobería o corrupción. Pero se sabe que los bobos no llegan a los
altos niveles del Estado.
Es obvio que el interés de
Colombia terminará mal si el gobierno no empieza por aplazar la decisión para
después del 30 de septiembre, para actuar sin presiones, y por declarar la
caducidad del 051, de manera que el control de este buen negocio pase de las
manos de Cerro Matoso S.A. a las del Estado. Luego de estas decisiones, que se
busque la opción más conveniente para explotar la mina y producir ferroníquel,
que a mi juicio es hacerlo con una empresa de la Nación que se apropie del
ciento por ciento de las utilidades que hoy enriquecen a Billiton, la minera
más grande del mundo.
La dificultad para concretar
esta propuesta reside en que el presidente Santos decidió dar como legal el 051
y, como si fuera gran cosa, suplicarle a Cerro Matoso S.A. que le pase al
gobierno unos pesos más allá de lo que dice ese contrato ilegal y leonino,
espejitos de origen colonial que no impiden la defraudación pero sí se usarán
para absolver a una administración que carece del valor civil necesario para
defender el interés nacional. Es por ello que tiene un ministro de Minas como
Mauricio Cárdenas, quien, según siete medios nacionales y extranjeros, les dijo
a trescientos ejecutivos de trasnacionales mineras que les había nombrado un
viceministro cuyo “trabajo es mantenerles feliz, asegurarles que todos sus
problemas sean resueltos” (http://bit.ly/PqtrEp). Y les
está cumpliendo.
Recopilación de publicaciones de la prensa
nacional.
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