DISCURSO DE GRADUACIÓN
Diciembre 7 de 2012
Mi saludo muy especial y mi gratitud, para todos los
graduandos, a todos los padres de familia y acudientes que hoy nos acompañan, a
mis queridos y apreciados colegas, a los directivos docentes presentes, a las
autoridades educativas municipales y demás personas que hoy nos acompañan.
Quisiera estar aquí solo para dar un discurso de grandes
alabanzas y elogios, para quienes tienen hoy la oportunidad de graduarse, con
todos los méritos como bachilleres, de la misma forma para resaltar el apoyo
incondicional de los padres de familia y la excelente labor de la escuela en
todo su conjunto, pero desafortunadamente no es así. Me corresponde por ética
profesional y por sensatez, manifestarles que hay notorias dificultades en nuestra
academia, en la familia y por ende en la sociedad misma, aspiro se tome no como
un grito tardío, sino como el preámbulo de un conjunto de reflexiones
necesarias que tendrán que generarse, sobre lo
que de ahora en adelante debe significar la educación para estos noveles
bachilleres, para los padres de familia y para la comunidad educativa de Puerto
Libertador en general.
Sin duda alguna me place y debe ser igual para todos los
docentes de esta institución que estos graduandos hayan alcanzado este
importante logro en sus vidas, pero como maestros responsables sabemos que son
muchas las falencias que aún persisten en ustedes y que seguramente van a
necesitar superarlas en un ambiente que muchas veces resulta hostil por su
complejidad e incomprensión, como lo es
la universidad, no fueron pocos los consejos y las orientaciones que recibieron
de nosotros en este sentido, pero por cosas que no alcanzo a comprender las
personas desechan las enseñanzas y luego cuando se enfrentan a lo que uno
quería anticiparles solo alcanzan a lamentarse.
A los maestros nos corresponde reconocer que seguramente
fallamos, como humanos que somos y que también algunos actuamos en forma
equivocada haciéndonos merecedores del escarnio público, pero es también
igualmente cierto que podemos corregir y recuperar la confianza de nuestra
comunidad educativa, siempre y cuando se nos dé la oportunidad para hacerlo, a
pesar de todo seguimos allí con sus hijos y vivimos pidiendo que nos ayuden en
el proceso de formación de sus hijos, ayuda que ha resultado esquiva en muchas
oportunidades, no en vano el compositor Hernando Marín en su hermosa canción
“Los maestros” interpretada por los
hermanos Zuleta, dice:
“El maestro va a la escuela
a llevar la educación
que ningún padre a su hijo le puede enseñar en la casa
porque sabe que en la escuela lo remplaza
esa gente tan valiente y de tan noble corazón
porque llevan en la sangre en forma innata
ese don tan intachable
que es el ejemplo de dios
y nosotros tenemos tan mala el alma
que no le damos las gracias al humilde profesor”
que ningún padre a su hijo le puede enseñar en la casa
porque sabe que en la escuela lo remplaza
esa gente tan valiente y de tan noble corazón
porque llevan en la sangre en forma innata
ese don tan intachable
que es el ejemplo de dios
y nosotros tenemos tan mala el alma
que no le damos las gracias al humilde profesor”
Pero
los educandos también tienen sus pecadillos y sobre todo nos ha preocupado el ejercicio de una actitud perezosa o pasiva frente al
conocimiento y muy probablemente frente a la vida, abordan el aprendizaje como
una obligación que se cumple a través de la memoria; no dudan ni se sorprenden
por nada, todo lo dan por cierto y su profesor siempre tiene la razón; el
estudiante de hoy está PADECIENDO el proceso de aprendizaje, en vez de
sentirlo, ameno, creativo o interesante.
Muchos maestros aspiramos a que el estudiante no se
contente solo con unas regulares calificaciones, con una mención o con un
diploma, sin preguntarse primero ¿que llevo en el cerebro para la vida?, es
suficiente un 100 o un 80 y cero en el cerebro, en la vida, en la realidad?,
estudiamos para una lección, para un examen, para aparentar ser estudiantes, y
¿qué nos queda? ¿De qué nos sirve para la vida todo esto?..
Antes que con ustedes y sus familias hoy adquieren un
compromiso con la patria con Puerto Libertador, esta mañana, cuando sumábamos
los bachilleres que salen de las diferentes instituciones educativas del
municipio, alguien decía, bueno y que vamos a hacer con 350 desocupados más,
esto de por si resulta triste porque sabemos por experiencia que son muchos los
que no logran pasar a la educación superior, por múltiples causas, pero cosas
como que en el municipio no haga presencia ninguna universidad, que ofrezca
carreras de nivel técnico, tecnológico o profesional, habla muy bien de las
grandes incertidumbres que rodean sus procesos de formación, pero creo que es
un reto de ustedes cambiar esta triste realidad que nos apena, y confío sin
duda que hay aquí jóvenes con el talento suficiente para luchar contra todas
estas dificultades y aspirar en un futuro cercano a cambiar esta realidad que
nos agobia.
La familia, también tiene sus cuentas que aclarar, hoy
encontramos chicos y chicas con unos comportamientos, que resultarían
impensables hace algunos años, hay una crisis de valores generalizada,
vocabularios y actitudes que no dejan de sorprender, todo ello recogido en otra hermosa composición vallenata
interpretada por los hermanos Zuleta y que pienso fue una profecía escrita hace muchos años
sobre lo que pasaría con las relaciones familiares y el respeto en el mundo
moderno; no lejos de la realidad estaba el compositor en versos como:
“Las costumbres de mi pueblo
se han perdido”; No se quieren como antes los compadres; ni respetan los
ahijados a los padrinos.
Ya No se sabe, Hay Ya no se sabe. Cuál es el padre o el hijo.
Quiero sin embargo resaltar un hecho interesante en esta
ceremonia y es la graduación de la familia RODELO CONTRERAS, madre, padre,
hijo, que ejemplo más interesante y el de muchos otros cuyas realidades no
conozco, pero igualmente importantes, mis felicitaciones y aprecio, por
ayudarnos a mandar a la juventud el mensaje, que lo importante es querer hacer
las cosas y que cuando uno quiere realmente lograr algo, no hay fuerza
suficiente para hacerle perder el camino.
Finalmente quiero insistir que no son todos los
profesores, no son todos los alumnos y tampoco todos los padres de familia, los
que no cumplen de forma adecuada su papel en este proceso, lo hago explicito
porque corre gran riesgo de equivocarse quien generaliza…
Amigos, amigas, hijos míos, estudiantes…. “Como maestro,
solo quise enseñarles el amor por el conocimiento, porque creo, como lo hizo el
gran escritor argentino Jorge Luis Borges, que lo que podemos enseñar es el
amor por algo, porque si usted logra amar lo que hace, ya no necesitará profesores,
ni nadie que lo conduzca, porque usted se ha interesado de manera profunda en
lo que hace y no tendrá problemas en la vida, sino abundante felicidad y
prosperidad, tanto material como espiritual, no me resta sino desearles éxitos
y reiterarles mi aprecio y mi gratitud, han sido ustedes mis verdaderos
maestros…. Gracias… a todos…
Esp: Rafael Martinez Ricardo
No hay comentarios:
Publicar un comentario