LA VILLA SIN
ESPERANZAS
El proceso de urbanizacion esta necesariamente ligado a una creciente
demanda de suelo, servicios públicos, viviendas e infraestructura, todos
elementos que ponen una fuerte presion sobre las instituciones públicas locales
y nacionales. Es por esta razon y por la recurrente incapacidad de los
gobiernos municipales de suplir esta demanda y garantizar a todo ciudadano, lo
que en Brasil se le conoce como “derecho
a la ciudad” (Fernández 2001), que
desde la mitad del siglo pasado, ha venido apareciendo una forma alternativa,
espontánea, de hacer ciudad, asociada a la produccion de asentamientos de tipo
informal.
El proceso de informalización, entendido como la formación de barrios
precarios, ha venido caracterizando la vida de Puerto Libertador en el ultimo
cuarto de siglo, como consecuencia de las migraciones hacia el casco urbano del
municipio, las cuales han representado una constante en los ultimos años,
debido al conflicto armado, a la compra indiscriminada de tierras por parte de
los latifundistas y a la entrega de títulos mineros a grandes empresas que se
han interesado en nuestro subsuelo.
Sumado a lo anterior corresponde destacar la precaria practica política de
líderes que ofrecen lotes como estrategia para llegar al poder, con la promesa
de que una vez sean elegidos, les ayudarán a hacer una casa digna, promesa que
nunca es cumplida y que naturalmente viola todas las normas en materia
urbanística que se han dictado en el país, es tan macabra la intención que no
miran las condiciones mínimas de los terrenos y ponen a las personas a vivir en
las peores condiciones de salubridad posibles.
La Villa sin Esperanza representa al igual que el barrio Siete de
Septiembre, Ramón Rubio y el Paraiso, otra promesa politiquera que igual se
quedará sin cumplir, porque no hay una real preocupación de quienes usan esas
estrategias, porque las personas vivan dignamente y antes por el contrario, lo
que pretenden es hacerlos esclavos para que siempre les hagan el favor
electoral, todo amparado en una amplisima necesidad de una población que tiene
unos estándares de calidad de vida bastante lamentables.
Hoy día las familias que habitan en Villa Esperanza, lo hacen porque no
tienen más a donde ir, pero se ven sometidos a los más horribles vejamenes,
viven sobre una superficie donde funcionó hace algunnos años una trituradora
(ZIMBA) de la empresa Carbones del Caribe, conde se acumularon capas de más de
un metro de carbón y sobre ellas estan las viviendas, de la misma forma tienen
como paisaje la laguna de oxidación, desconociendo recomendaciones
internacionales y con la anuencia de la CAR CVS, que es ciega, sorda y muda,
porque siempre esta respondiendo a intereses políticos de su jefe Musa Besayle
Fayad.
Consultando textos sobre la proximidad de lagunas a las partes pobladas
hay criterios muy ciertos y definidos mundialmente como el que dice: “En la
fundación de una ciudad, será la primera diligencia la elección del paraje mas
sano. Lo será siendo elevado, libre de nieblas y escarchas: no expuesto a
aspectos calurosos ni fríos, sino templados. Evitárase también la cercanía a
lagunas; porque viniendo a la ciudad las auras matutinas al salir el sol,
traerán consigo los humores nebulosos que allí nacen, juntamente con los
halitos de las sabandijas palustres, y esparciendo sobre los cuerpos de los
habitantes sus venenosos efluvios mezclados con la niebla. Harían pestilente
aquel pueblo”.[1]
Hoy desafortunadamente el
que otrora fuera el Puerto de la Libertad, para nuestro precursor Rafael Calle Cali
(QEPD), tiene como su primera vista a quien nos visita, un barrio sub normal
creado por una acción calenturienta de quien nos cambió espejos por oro, que
gracias a la tenacidad de sus habitantes, que no cabe duda son personas
honestas y nobles, ha ido mejorando
sustancialmente sus viviendas y hoy aunque persisten aún, no son la mayoría las
casas con techos de cartón, paredes de plástico o costales de naylon, da
tristesa cuando por casualidad tenemos acceso a los montos de los presupuestos
anuales del municipio y vemos cosas como estas.
Sostienen los estudiosos
del tema social que los países ya no se clasifican en ricos, pobres o en vías
de desarrollo, ya se miden por lo elevado o bajo del nivel de vida de sus
habitantes, en este orden de ideas Villa Esperanza y su población es
completamente debil, no se puede aspirar a mejorar el nivel de vida, si la
institucionalidad no es capas de garantizar los mínimos en materia de
salubridad publica y la prestación de los servicios domiciliarios básicos.
Analizando la situación
desde las posibles oportunidades, habría que decir, que depende de la capacidad
de respuesta de la población a los diferentes programas del gobierno nacional
en materia de vivienda de interes prioritario y que se organicen para escoger bien
a sus gobernantes dejando de creer que quien le ofrece un bulto de cemento, una
lámina de zinc o cincuenta mil pesos, puede tener interés alguno en solucionar
los problemas colectivos que afronta la comunidad.
Mirando el aspecto de las
fortalezas es necesario plantear que la unión y el surgimiento de liderazgos
fuertes, puede posibilitar una presión hacia la institucionalidad, para que se
interese por las diversas problemáticas que los afectan, así mismo sus
condiciones de subnormalidad les puede favorecer para la obtención de subsidios
por parte del gobierno central, pero que ojalá no se convierta el pedir en un
modo de vida, porque se malograría toda posibilidad de crecimiento y de
libertad para elegir libremente a quienes consideren pueden ser sus gobernantes.
Desde el punto de vista de
las amenazas, siempre hay que destacar en estos acentamientos la dificultad
para obtener las escrituras de sus predios, y por tanto se pierde a veces la
posibilidad de acceder a subsidios, que piden que la persona sea propietaria de
su lote, esto se da muchas veces porque los politiqueros quieren tenerlos
amarrados con algo, para extorcionarlos cada vez que haya elecciones.
Para concluir
es claro que a pesar que el gobierno central hace algunos esfuerzos en materia
de vivienda de interés prioritario y la administración municipal hace un tibio
intento para construir viviendas dignas en espacios dignos, todavía falta mucho por recorrer, Villa
Esperanza, está muy lejos de ser, el habitad ideal que sus habitantes desean y
merecen, la desigualdad, la falta de oportunidades, la degradación del medio
ambiente físico y natural, son factores que impiden que avancemos seriamente en
materia de equidad social, por lo que se propone la implementación de proyectos
destinados a resarcir en parte esta deuda social, replicando experiencias que
en otros entornos han resultado exitosas.
[1] Vitrubio,
Los diez libros de Arquitectura, Edición de José Ortiz y Sanz. Akal, Madrid,
1987, p.2
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