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domingo, abril 08, 2007

LEER Y ESCRIBIR EN LA ESCUELA
Rafael Iván Martínez Ricardo
CECAR - 2006

Leer y escribir distan mucho de ser conceptos simples. Por ejemplo, leer puede entenderse como el proceso de comprender lo que un texto dice y escribir puede interpretarse como el acto de codificar. Veamos algunas ideas referidas a lo que significa leer, como una apertura de este texto:

“Ante todo, leer es poner a prueba hipótesis de interpretación, es aventurarse a explorar diversos caminos de búsqueda del sentido. Cuando nos enfrentamos a un texto anticipamos posibles interpretaciones y ponemos en juego saberes y operaciones de diversa índole: saberes del lector (su enciclopedia) y saberes del texto se relacionan para ir construyendo un tejido de significados.

Por esto, Umberto Eco habla de la lectura como una cooperación entre el texto y el lector. De este modo, se puede decir que en el proceso de comprender un texto, en ese acto de producir el sentido, entran en juego diversos saberes y competencias que tienen que ver, por ejemplo, con el reconocimiento del código comunicativo, la identificación de la temática global, la delimitación de unidades de significado, la asignación de sentido a proposiciones, el establecimiento de relaciones entre proposiciones, la identificación de unidades mayores de significado, la interpretación de la información respecto al contexto de su producción, el reconocimiento de las diferentes voces que hablan en el texto, la identificación de la finalidad o intencionalidad comunicativa del texto, la identificación del emisor, el establecimiento de relaciones con otros textos, entre otros aspectos.

En este sentido, en el trabajo curricular actual y en las evaluaciones masivas
[1] sobre comprensión de textos realizadas en Colombia, se ha insistido un buen lector es quien se ha logrado formar un criterio que le permite seleccionar y filtrar información para estar en condiciones de construir un punto de vista propio. Desde hace varios años se trabaja en el hecho de centrar el trabajo en la noción de competencia[2], entendida como un “saber hacer en contexto”. Esta noción implica que en los procesos evaluativos se explore lo que el estudiante hace con el lenguaje al interpretar un texto y la posibilidad de ubicarse en la situación de comunicación: ¿quién habla en el texto?, ¿a quién habla?, ¿de qué modo se organiza la información?, ¿qué se pretende con el texto?, ¿en qué contexto social, histórico y cultural aparece el texto?”.

De este modo, leer va mucho más allá de la simple decodificación y comprensión del sentido superficial del texto. Pero, además, leer no sólo es un proceso que se refiere al lenguaje verbal, en el mundo actual también es necesario leer las imágenes, los textos publicitarios, los gestos.

Por otra parte, leer implica la construcción de un criterio propio frente a la información que circula en los medios masivos de información, un buen lector hoy, no es aquel que asimila mucha información, es quien logra, además de comprender, extraer conclusiones no dichas de modo directo en el texto y avanzar hacia la toma de posición frente a la información.
Leer también implica poner en relación lo que un texto dice, con información de otros textos. En síntesis, un buen lector es quien se ha logrado formar un criterio que le permite seleccionar y filtrar información para estar en condiciones de construir un punto de vista propio.


Respecto del concepto de escritura, al igual que para el caso de la lectura, se puede decir que existen diferentes concepciones. Por ejemplo, un docente puede pensar que escribir es transcribir, es decir, estar en condiciones de reproducir información tomada de diferentes fuentes (tomar el dictado), este significado del acto de escribir resulta muy restringido, pues escribir implica sobre todo organizar las ideas propias a través del código lingüístico. Dicho en otras palabras, escribir significa producir ideas genuinas y configurarlas en un texto que como tal obedece a unas reglas sociales de circulación: se escribe para alguien, con un propósito, en una situación particular en atención de la cual se selecciona un tipo de texto pertinente. Como puede notarse, escribir va mucho más allá de transcribir, y las prácticas pedagógicas deben orientarse desde un concepto de escritura complejo.

Si se plantea el papel del profesor en este proceso se puede decir que los especialistas en la didáctica de la lectoescritura prefieren hablar sobre procesos de aprendizaje más que sobre métodos de enseñanza. De modo sintético se puede decir que el proceso de aprendizaje lecto -escritor es más efectivo cuando somos capaces de insertar al niño en un ambiente rico en estímulos significativos que impliquen actividades de lectoescritura y que tiendan, también, a desarrollar el lenguaje oral del niño.
El aprendizaje de la lectura y la escritura van íntimamente ligados. Algunos niños empiezan a escribir antes de iniciarse en la lectura. Una vez que el niño compren de que cada letra tiene un sonido y que para escribir algo “ponemos” en el papel las palabras (sonidos) que estamos pensando o diciendo, comienza a ejecutar los primeros bocetos de escritura (aunque no se corresponda con lo que entendemos por escritura convencional). El aprendizaje y comprensión del código ortográfico ayuda al niño a iniciarse en la lectura, a decodificar, aunque no comprenda lo que lee. La comprensión y la rapidez lectora llegan de la mano de una práctica regular y sistemática, una vez que se ha iniciado el proceso de decodificación.

En principio el español es un idioma que no presenta especiales problemas por ser una lengua fonética. Sin embargo, aprender a leer o escribir es para el niño de nivel Cero (0), de primero o segundo grado, una tarea difícil y complicada.

La base de la lectura y la escritura es el lenguaje hablado. No es ningún secreto que los niños que tienen mayor facilidad para comunicarse, más riqueza de vocabulario y fluidez, son los primeros que empiezan a leer.

Finalmente el docente debe entender que para que un niño aprenda a hablar tiene que estar inmerso en el lenguaje, tiene que oír a gente comunicarse y recibir ejemplos múltiples y variados de lenguaje oral. Del mismo modo, para aprender a leer y escribir, necesitará estar inmerso en actividades de lectura y escritura. Alguien tiene que leerle con regularidad. El profesor u otros adultos de su entorno tienen que servirle como modelos. De ellos aprenderá (por repetición) todos los comportamientos que exige el proceso de lectura.
[1] Sistema Nacional de Evaluación de la Educación SNE (SABER) que se desarrolla desde 1992.
[2] Pérez Abril, Mauricio, Evaluación de competencias en comprensión de textos. Alegría de Enseñar # 40, Cali, 1999.

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